Un sencillo pensamiento.
“El mar, en su inmensidad solitaria, me ofrece el refugio que siempre he anhelado. Un refugio húmedo y relajador, donde el único sonido es la monotonía de las aves marinas. Ellas encuentran en el mar un descanso que jamás hallarían en la civilización, un descanso nacido de la satisfacción de saber que su vida es esa y no otra.
Han encontrado el sentido a la vida, o mejor dicho, lo han conservado a través de cientos de generaciones. Ese sentido primigenio es el origen de su felicidad, una felicidad que nunca conocerán aquellos que cambian los acontecimientos, que desvirtúan la tradición y se niegan a aceptar que el principio del placer está en el comienzo de la vida, en el lejano pasado de la historia. En aquellos que son, como las aves marinas, libres y en armonía con su esencia.”
1975.
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