¿NAVIDAD?

 


Con el sorteo oficial de la Lotería de Navidad, comienza oficiosamente esta época. Un ejemplo más del consumismo desenfrenado que se apodera de estas fechas. Y bien afortunados aquellos que han sido premiados, aunque, eso sí, tendrán que pagarle a Hacienda.

La Navidad. La época más hipócrita, despilfarradora y consumista de todas. Contraria en la mayoría de sus acciones a las ideas de la figura en honor de quien se celebra: el nacimiento de Jesucristo. Si de celebrar el nacimiento de figuras revolucionarias se trata, existen muchos otros ejemplos: figuras defensoras de los intereses de oprimidos o perjudicados por el orden y las normas establecidas, como Espartaco, Emiliano Zapata, Gandhi, el Che Guevara o Luther King. Que también fueron ajusticiados, de una u otra forma, por defender sus ideas. Y estas eran algo más terrenales, fuera de influencias divinas.

Si algo hubiera que celebrar en estas fechas sería, en todo caso, la Nochevieja, que celebra un cambio de año y tiene connotaciones mucho más paganas; aunque la Iglesia también haya querido incorporarla a su calendario en algunos lugares.

En definitiva, la Navidad simplemente se ha convertido en un pretexto para llenar las ciudades, pueblos y hogares de lucecitas de colores y compras innecesarias que benefician, en su mayoría, a grandes empresas como las eléctricas, entre otras. Y mientras el consumismo se dispara, ¿quién se acuerda del planeta? ¿Quién piensa en el impacto ambiental de tanta luz, tanto plástico, tanto desperdicio? La Navidad, lejos de promover los valores que dice representar, se ha transformado en una máquina de consumo que nos aleja de la reflexión y la conciencia social.

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