HOSTIGAMIENTO
Hacía un día maravilloso, soleado. Ya de por sí caluroso. De esos días alegres, en los que al levantarte, por la mañana, te dan ganas de pasear.
Después de bajar a por el periódico, decidí dar un garbeo por el paseo marítimo. Sin prisa ninguna por recogerme. Pero fue entonces, cuando me di cuenta. Me di cuenta de que algo especial me sucedía. Sí, me estaban siguiendo. Al menos eso es lo que pensaba y creía.
Seguí andando. De cuando en cuando, paraba para leer algún artículo del diario. Sentía una extraña impresión. Una sensación de que no estaba solo, había alguien. Alguien a quien no deseaba. No presté mucha atención y proseguí con mi rutinaria caminata.
Tras andar unos treinta pasos, paré. Me detuve para seguir leyendo una parte del periódico, que me interesaba. Pero la impresión de acoso no cesaba.
Más tarde, algo cansado de caminar y de aguantar la temperatura reinante para mi pobre lozanía, me detuve. Me estanqué en uno de esos chiringuitos de playa, procurando hidratarme con algún refresco. Pero la sensación de atosigamiento, seguía estando. ¿Quién me perseguía?, ¿quién me arrinconaba de esa manera?
No sabía qué hacer. Estaba inquieto. Nunca había sentido ese impacto de escolta y caza al mismo tiempo. Seguí mi recorrido. Paso que daba, paso que daba mi hostigador. Era inquietante. No conocía quién podía ser.
Aun así, tomé la determinación de probar algo. Me detuve en uno de esos bares, que hay en casi todas esas avenidas marítimas. ¡Se encontraba allí! No me dejaba. ¿Qué quería?, ¿por qué?, ¿qué poseía yo que le interesara? Me senté al sol, con la intención de que no le apeteciera seguir, y pedí una consumición. No fue así. Al terminar con la bebida, creí que había sido mi persistente hostigador quien se la tomó.
Estaba nervioso. Tenía decidido recorrer todo el paseo y, lo iba a conseguir. Continué andando, tranquilo, paso a paso. Sin embargo, no se apartaba. Me detuve, pero mi incondicional se frenó. Asimilaba cada uno de mis movimientos.
Noté el pánico recorrer mi cuerpo. ¿Qué querrá?, ¿no me dejará tranquilo?, ¿cuándo me agredirá?
La larga zona asfaltada de la playa era larga y, decidí atacarla con energía. ¡Era imposible! Si más rápido iba, más deprisa me seguía. Asqueado le tiré el periódico. Ni le di, ni lo recogió. Me pareció que él, también arrojaba algo al suelo.
¿Qué estaba esperando?, ¿qué deseaba? Preferí no obsesionarme. Sería cualquiera que había decidido dar un paseo semejante al mío.
Volví a parar en un quiosco de los pocos que tienen café. Me acomodé como pude; pero, no me abordaba. Giré en círculo. Seguía tras de mí. No entendía. Frené al lado de unas pequeñas murallas. Encendí un cigarrillo con parsimonia. Le di unas cuantas caladas y lo tiré.
El sol parecía estar decayendo. Se iba aproximando al horizonte, unas nubes bajas, que surgieron de repente, lo ocultaban parcialmente. Sentí que el peligro parecía alejarse, pausadamente, me iba sintiendo más tranquilo. La amenaza parecía disminuir conforme el sol se iba perdiendo por la lejanía. La presencia iba disminuyendo, una vez que el astro rey se ocultó, el peligro pareció desaparecer con él. Por fin volví a sentirme tranquilo y relajado.
5, octubre, 2024
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