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Exigencias de un cadáver

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  Así me lo contaron y así lo cuento. Increíble, pero cierto. El difunto había solicitado que se le tratara con la devoción debida. No lo hicieron. Lo arrojaron al coche fúnebre como un saco de patatas, sin el menor cuidado. Cayó con el cuello torcido, la pierna dislocada y un brazo doblado de forma grotesca. Aquello no le hizo ninguna gracia. Cuando lo depositaron, de nuevo, en el mortuorio, exigió ver al responsable, indignado. Atónitos, ante la inaudita petición, llamaron al encargado. Este llegó alucinando y tembloroso ante el presunto difunto. El finado exigió que lo llevaran de vuelta. Estaba dispuesto a morir de nuevo, pero con la dignidad que merecía un muerto. La sangre del jefe selló el pacto con un brillo macabro, y el cadáver sonrió. Incluso la muerte necesita respeto, pensó el difunto.

"Houston, tenemos un problema"

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  El reloj, de la vieja fachada del ayuntamiento, marcaba las diez. Tenía tiempo suficiente de llegar antes del almuerzo a la casa de campo. Allí le esperaba su amada, Isa, y podrían pasar todo el fin de semana juntos, entre sábanas de algodón, y rodeados de naturaleza. Poco después del mediodía tomó la bifurcación que llevaba hasta la vivienda. Conforme se iba aproximando, se le aceleraba el pulso. Cuando divisó la entrada principal, notó algo raro. La puerta estaba entreabierta y no veía el coche de Isa. Se bajó de su vehículo y atravesó el umbral, tan precipitadamente que no vio la maleta, tropezó con ella y estuvo a punto de perder el equilibrio. Esta se abrió con el impacto y pudo ver en su interior la ropa de la fémina. La buscó por la estancia sin resultados. Salió al exterior gritando su nombre y solo consiguió acallar el canto de los pájaros y aumentar el susurro del viento. Abatido, entró de nuevo en la casa y se sentó intentando pensar. Estaba, como ausente, e...

¿NAVIDAD?

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  Con el sorteo oficial de la Lotería de Navidad, comienza oficiosamente esta época. Un ejemplo más del consumismo desenfrenado que se apodera de estas fechas. Y bien afortunados aquellos que han sido premiados, aunque, eso sí, tendrán que pagarle a Hacienda. La Navidad. La época más hipócrita, despilfarradora y consumista de todas. Contraria en la mayoría de sus acciones a las ideas de la figura en honor de quien se celebra: el nacimiento de Jesucristo. Si de celebrar el nacimiento de figuras revolucionarias se trata, existen muchos otros ejemplos: figuras defensoras de los intereses de oprimidos o perjudicados por el orden y las normas establecidas, como Espartaco, Emiliano Zapata, Gandhi, el Che Guevara o Luther King. Que también fueron ajusticiados, de una u otra forma, por defender sus ideas. Y estas eran algo más terrenales, fuera de influencias divinas. Si algo hubiera que celebrar en estas fechas sería, en todo caso, la Nochevieja, que celebra un cambio de año y tiene ...

LA SOLEDAD

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  “ ...La soledad me hace libre, la soledad no me engaña, cuando el mundo se va, soledad es la última que me acompaña…” Juan Carlos Aragón Becerra Un día gris, con el cielo encapotado, amenazando lluvia. Pero a mí me gustaban esos días oscuros, con lluvia ligera y el viento susurrando, me relajaban. Me levanté del sillón y me asomé a la ventana. Las tenues luces del atardecer se posaban sobre las calles ya húmedas . Ante mí contemplé todo un espectáculo. Me apoyé en la ventana; sus cristales, salpicados de gotas de la débil lluvia, me enturbiaban la visión. Perdí la mirada en el infinito y me sumergí en mis pensamientos. La soledad, esa compañera eterna, permanecía a mi lado. Me acordé del pasodoble de Juan Carlos, “La soledad es testigo” . Ese en el que me sentía reflejado. La soledad, esa amiga fiel. Sin juzgarme, sin pedirme explicaciones. Testigo de mis fracasos y triunfos. La que mejor me conocía: mis deseos, mis miedos y mis sue...

Cuentos del abuelo II. La tortilla de patatas.

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 Julián se levantó, como casi todas las mañanas, con las primeras luces del alba. El frío de la montaña se colaba por la puerta entreabierta para ventilar, pero él, curtido por los años, apenas lo notaba. Se acercó a la chimenea, donde aún quedaban rescoldos de la noche anterior, y avivó el fuego con un par de hábiles soplos. Se enfundó en su vieja chaqueta de lana y salió al porche, donde el aire era aún más gélido, pero la vista del valle despertando era impagable. Inspiró profundamente, llenando sus pulmones con el aroma a pino y tierra húmeda, un perfume que lo anclaba a su esencia, a su individualidad. De vuelta en la cabaña, mientras el fuego crepitaba alegremente, preparó un desayuno frugal: pan duro, queso de cabra y un café aguado. Comió con parsimonia, disfrutando del silencio y la soledad del amanecer. Cuando el sol ya despuntaba por encima de las montañas, con pasos firmes, se dirigió a la habitación donde dormían sus nietos. Los observó un instante, con una sonrisa qu...

Un sencillo pensamiento.

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  “El mar, en su inmensidad solitaria, me ofrece el refugio que siempre he anhelado. Un refugio húmedo y relajador, donde el único sonido es la monotonía de las aves marinas. Ellas encuentran en el mar un descanso que jamás hallarían en la civilización, un descanso nacido de la satisfacción de saber que su vida es esa y no otra. Han encontrado el sentido a la vida, o mejor dicho, lo han conservado a través de cientos de generaciones. Ese sentido primigenio es el origen de su felicidad, una felicidad que nunca conocerán aquellos que cambian los acontecimientos, que desvirtúan la tradición y se niegan a aceptar que el principio del placer está en el comienzo de la vida, en el lejano pasado de la historia. En aquellos que son, como las aves marinas, libres y en armonía con su esencia.” 1975.

Caída al abismo

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  La tierra se abrió, engullendo a la figura en una vorágine de oscuridad. Cayó, girando sin control hasta perderse en las profundidades. Todo era negro, absoluto, pero palpitante. Una presencia intangible lo envolvía, una sensación de ser, de existir, sin comprender dónde ni por qué. A su alrededor, un complejo entramado de formas oscuras se contorsionaba y latía. Eran sombras movedizas, amenazantes, que parecían converger hacia él. Lo acechaban, lo oprimían, como si fuera un intruso en su dominio. Pero la figura no se rendiría. Se rebelaría. Poco a poco, empezó a sentir que estaba siendo estudiado, diseccionado por esas entidades oscuras. Algo intangible lo penetraba, lo analizaba, pero no lo poseía del todo. Estaba atrapado, inmovilizado; aun así, su espíritu luchaba. Su cuerpo había sufrido; no obstante, su esencia permanecía intacta. Se adentró más en ese abismo, en las entrañas de aquellas formas oscuras. Aun así, ellas no lo aceptarían. Lo rechazaban, lo combatían. ...