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Mostrando entradas de octubre, 2024

Bajo los efectos I

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  Todos los días un plátano de Mongolia en adobo. A que sí. Como eres tío. Quiere un Nepal o te va a Katmandú colega. No te pase ni mijita que te corto las cuerdas antes de ponértelas. Listo ¿no? Te has pasao. Que quieres que haga contigo, me sigues o no. A mí me gustaría que me siguieras, ¿a ti no? Viva el mar, la libertad y si tú no quieres venir conmigo la soledad. Para amar hay que sufrir, eso ya lo han dicho antes, ¿verdad? Ya es tarde y todavía no ha venido, ¿qué hago colega? Un gusanito o piso la margarita, coge el florero y le metes un pescao. Cucurrucucu guachirnai. Lo atrincas y te lo llevas puesto. Quiere una nota, yo me quedo con la chorba. La llamo no, no sé, dime tú que hago. Te encuentro sobao tío. Toma un capricho y has que te lo regalen, de acuerdo, pues ea. Lo siento tío, pero como no lo consiga, me voy fuera, es la única solución. Au revoir- 1978

Bajo los efectos II

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  Hola, colega otra vez estoy aquí: Tan decepcionao como siempre. Es que no hay remedio. Un copazo en Fuengirola. Están amuermando al pueblo. Tómate un gualtimaltaqui a mi salud. Lo peor que hice fue verla. Vámonos de juerga. Tengo que verla sola. Me voy por ahí. ¿Tardará mucho? ¿Vale la pena vivir? No lo sé. En un momento dao, puede que sí. Que va tío, siempre. Okey… sobre patines. Renunciar a ella es renunciar a gran parte de la vida. ¡Grados de temperatura… atención! Aunque sea por un momento. Qué primo eres tío. ¡El mundo entero se siente comunero! ¡Aójala! No comprendo la soledad. Pero la quiero. Vuela, vuela palomita. A lo mejor no tengo más remedio. No te aborregues tío chungo. Eso es lo que quieren. Esto no tiene remedio. Me voy a tomar un polvorón en spray. Lo siento otra vez será. Au baberi couchi aussi. 1978

Barrio Gótico

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Las viejas calles andan concurridas, aún es temprano, o tarde. Al caer la noche, esas antiguas vías, testigos de siglos de historia, se verán casi desiertas. Cualquier paso de alguien, en el silencio y la oscuridad, resonará en sus muros. Dando una sinergia especial a la luz de la luna, despertando lejanas historias.  Tranquilas, sin intrusos que las molesten, ese simple sonido de una pisada, bastará para romper su reposo y despertarlas. Comenzarán a abrirse sus paredes y susurrarán crónicas. Florecerá una fugaz, pero fuerte tormenta, que dejará un persistente olor a humedad en sus arterías. Desde las gárgolas que asoman a sus tejados, en forma de dragones alados; empezarán a correr ríos de agua para refrescarles los recuerdos. Crearán su existencia una vez más. Volverán a ser unas sendas transitadas por esos rudos y osados personajes. Capaces de construir urbes como esta. Que no volverán porque son parte de la historia. En sus ventanas y balcones volverán a surgir esos ro...

Homenaje a Hermann Hesse

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 “Una virtud hay que quiero mucho, una sola. Se llama obstinación. Todas las demás, sobre las que leemos en los libros y oímos hablar a los maestros, no me interesan. En el fondo se podría englobar todo ese sinfín de virtudes que ha inventado el hombre en un solo nombre. Virtud es: obediencia. La cuestión es a quién se obedece. La obstinación también es obediencia. Todas las demás virtudes, tan apreciadas y ensalzadas, son obediencia a las leyes dictadas por los hombres. Tan solo la obstinación no pregunta por esas leyes. El que es obstinado obedece a otra ley, a una sola, absolutamente sagrada, a la ley que lleva en sí mismo, al propio sentido”. Hermann Hesse. En laberintos mentales, un lobo aúlla, buscando su forma en un mundo dual. Hesse, maestro de sombras y luz, nos guió por senderos de angustia y virtud. ¿Quién soy? Un enigma en constante devenir, fragmentos de un espejo que no quieren coincidir. La sociedad, una máscara que asfixia, la soledad, un refugio donde el alm...

El tablero (Cuentos del abuelo I)

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  La noche caía rápidamente, era oscura, muy oscura.  Era de esas noches en las que, las nubes tapan por completo, todo atisbo de claridad procedente de la luna y las estrellas.  Afuera solo se mostraba levemente el reflejo procedente de la luz interior de la cabaña.  Una residencia situada en las afueras de cualquier urbe interior. En cualquier lugar de montaña o en cualquier área abrupta.  De cualquier zona, de cualquier lugar montañoso, en algún espacio, de cualquier sitio.   El abuelo se acercó pensativo hasta la ventana, buscando en sus recuerdos. Una ventana rectangular no mucho más larga que ancha. Con los cristales cuadrados en cada una de sus dos puertas, no muy limpios. Se encontraba a sus espaldas el acogedor calor que desprendía, con sus leños al rojo, la chimenea.  Al lado del cálido fuego, formando un ángulo recto, se encontraban dos amplios y viejos sofás.  Sobre ellos se acomodaban cómo podían tres jóvenes, no poseería más de on...

HOSTIGAMIENTO

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Hacía un día maravilloso, soleado. Ya de por sí caluroso. De esos días alegres, en los que al levantarte, por la mañana, te dan ganas de pasear. Después de bajar a por el periódico, decidí dar un garbeo por el paseo marítimo. Sin prisa ninguna por recogerme. Pero fue entonces, cuando me di cuenta. Me di cuenta de que algo especial me sucedía. Sí, me estaban siguiendo. Al menos eso es lo que pensaba y creía. Seguí andando. De cuando en cuando, paraba para leer algún artículo del diario. Sentía una extraña impresión. Una sensación de que no estaba solo, había alguien. Alguien a quien no deseaba. No presté mucha atención y proseguí con mi rutinaria caminata. Tras andar unos treinta pasos, paré. Me detuve para seguir leyendo una parte del periódico, que me interesaba. Pero la impresión de acoso no cesaba. Más tarde, algo cansado de caminar y de aguantar la temperatura reinante para mi pobre lozanía, me detuve. Me estanqué en uno de esos chiringuitos de playa, procurando hidratarme con...

Entre las flores

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  Entre las flores de un jardín bello nació una… tan rebonita… Antonio Martín En una ocasión, en una bandeja de plata, se posó una blanca mariposa. Se reflejó en ella, formando una estampa de singular belleza. La vio tan resplandeciente y limpia, que le pareció vacía, no encontraba nada, y ella buscaba. Buscaba algo más que verse reflejada en la frialdad del metal. Quería saber si su efímera existencia tenía algún propósito o algún sentido. A pesar de verse en el resplandor de la bandeja, no encontraba respuesta a su búsqueda; faltaba algo, todo lo veía muy pulcro. La realidad no era así, no. No podía ser todo tan fácil. Echó a volar y empezó a dar vueltas cual etérea bailarina nevada. ¿Dónde mejor ir a posar que en un jardín florido? ¡Qué bonito!, ¡todo es tan bello! Revoloteo por aquí, revoloteo por allí. ¡Qué pétalos tan bonitos!, esta fragancia es asombrosa. Y esas gélidas gotas de agua, todavía brillantes, proceden del ...